¿Puede ser previsible el verdadero valor de una experiencia?
Con un poco de práctica parece que podemos prever cuál será un contenido atractivo y que va a interesar a nuestros interlocutores, qué tenemos para enseñar y en qué tenemos experiencia útil para que los otros aprendan o disfruten.
También podemos creer que nuestro liderazgo se basa en nítidos valores y que nuestros “liderados” pueden compartirlos si los implicamos con un estilo creativo, propio y/o probado por otros.
Y no. O no siempre…
Este año los niños declararon que sabían que los reyes eran los padres, abuelos, etc. y para que siguieran participando con cierta ilusión les propuse que se convirtieran ellos también en reyes magos y regalaran algo al resto de la familia.
Funcionó: ganas y entusiasmo de compartir y para pensar qué puede gustar a los demás.
En medio de su pasión preparando regalos me miran muy serios al ver mi “método” de envoltura, más cerca de romper y arrugar papel que de cualquier otro, y me preguntan:
-Papá, a ti, a hacer esto, alguien te ayudaba ¿verdad?
-…
Su primera experiencia como “reyes magos” infantiles les ha enseñado a empatizar, a decidir y a administrarse un presupuesto más o menos prefijado pero creo que envolver regalos mejor que su padre ha sido estas fiestas el verdadero crecimiento vital para ellos y algo que recordarán más que cualquier regalo.
Todo empezó por una conversación en el coche. Su declaración de madurez como “usuarios” y una propuesta “creativa” por mi parte.
¿Existe algún interlocutor más receptivo y abierto que unos niños con su padre? ¿Podía alguien prever esto? Yo, no… :o)
Se rieron con ganas de mis esfuerzos por envolver y se reirán cuando lo recuerden como nos reímos con esos paquetes.
O no, qué sé yo…

Experimentar, disfrutar y aprender
Publicado el en Nos Interesa